Durante muchos años se ha intentado desarrollar una teoría sobre el currículo, con ello se ha generado una diversidad grande de estrategias, conceptos, técnicas, modelos y sugerencias sobre cómo diseñar, estructurar y organizar el currículo, lo cual está esencialmente enfocado desde una perspectiva técnico-administrativo de la educación, la pedagogía y la didáctica.
Por otra parte, durante muchos años, se ha puesto de manifiesto un conjunto de experiencias prácticas sobre la realización dentro y fuera de las aulas de aprendizaje y enseñanza, sin hacer cuestionamientos de ninguna naturaleza a las realidades concretas donde ocurren los procesos educativos. De igual no existen interrogantes críticas sobre los objetivos de la educación, los contenidos, el papel de la comunidad y la responsabilidad del Estado con la educación integral de toda la población en los diversos ámbitos del sistema educativo.
Se puede señalar que el currículo no consiste simplemente en un listado de contenidos, un plan general de estudios, una organización estructurada de disciplinas o temáticas interdisciplinarias, programas complejos de estudios, una estructura técnica operativa de un centro educativo o simplemente una cadena de momentos secuenciales educativos centradas en las concepciones sobre rendimiento educativo. Desde el IIICAB se concibe que el currículo está relacionado con la complejidad cultural que determina permanentemente las relaciones entre sujetos de cada grupo. El currículo trata de la participación de los sujetos en las diversas formas de relaciones y reproducciones sociales organizadas, planificadas y realizadas de acuerdo con las políticas educativas estatales. Estas ideas permiten superar la creencia de que el currículo constituye un elemento orientador de los procesos educativos de aula, para transitar a una perspectiva donde el currículo tiene por finalidad cambiar permanentemente la educación y la sociedad.